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Isabel de Braganza, Howard Carter, Tomás Moro, Rosa Luxemburgo, Neil Armstrong, Eduardo VII, Edmund Hillary, Martin Luther King, Simón Bolívar, Emilio Castelar, Margaret Thatcher, Ramón, Cajal, Kennedy, Leonardo Da Vinci.
El desafío forma al triunfador y no cabe desafío sin riesgo al fracaso, pues el éxito y el fracaso son un tejido de la misma textura.
El jefe maneja a la gente; el líder la prepara. El jefe masifica a las personas, las convierte en número y en fichas, las deshumaniza. Sin embargo el líder conoce a cada uno de sus colaboradores, los trata como personas, no los usa como cosas.
El líder de excelencia hace sentir a su gente el orgullo y la satisfacción de su trabajo, inspira a sus seguidores a altos niveles de realización.
El que ve más que los otros, el que profetiza y vaticina, el que inspira y señala con su brazo en alto, el que no se contenta con lo posible, sino con lo imposible es un líder.
El riesgo de cambiar: ser un triunfador.
El triunfador dice “podemos hacerlo”; el perdedor dice, “ese no es mi problema”.
El triunfador dice “quizá es difícil, pero es posible”; el perdedor dice “puede ser posible, pero es demasiado difícil”.
El triunfador es siempre parte de la respuesta; el perdedor es siempre una parte del problema.
El triunfador siempre tiene un programa; el perdedor siempre tiene una excusa.
El triunfador ve siempre una respuesta para cualquier problema; el perdedor ve siempre un problema en toda respuesta.
El triunfador ve una oportunidad cerca de cada obstáculo; el perdedor ve dos o tres obstáculos cerca de cada oportunidad.
En el vocabulario del triunfador no existe la palabra imposible, vive con la certeza de que todo lo que se proponga lo logrará. Solo es cuestión de tiempo, esfuerzo, estrategia y compromiso para que el sueño se convierta, al fin, en realidad.
Miguel Ángel Cornejo y Rosado (1946 - ), mexicano iniciador y maestro de la Cultura de la Excelencia.