Enrique VIII, Teodosio, El Gran Capitán, Marco Aurelio, Catalina de Aragón, Gustavo Adolfo Becquer, Fray Luis de León, Tycho Brahe, Giordano Bruno, Ana Bolena, San Juan de la Cruz, Nicolás Copérnico, William Shakespeare.
Cuando se trata de un mortal es preciso esperar su último día antes de llamarle feliz.
Sófocles (496 a. C. - 406 a. C.), poeta trágico griego.
No llames a ningún hombre feliz hasta que muera; en el mejor de los casos, es afortunado.
Solón (638 aC.- 558 aC.), legislador y poeta ateniense y uno de los Sietes Sabios de Grecia.
La puerta de la felicidad se abre hacia dentro, hay que retirarse un poco para abrirla: si uno la empuja, la cierra cada vez más.
Soren Kierkegaard (1813 - 1855), filósofo danés.
La felicidad del cuerpo se funda en la salud; la del entendimiento, en el saber.
Tales de Mileto (h. 630 aC. - h. 545 aC.), filósofo griego.
La felicidad no es algo hecho, se deriva de nuestras propias acciones.
Si dominamos nuestra mente, vendrá la felicidad.
Tenzin Gyatso (1935- ), XIV Dalái Lama del Tibet, líder espiritual del Budismo Tibetano.
La felicidad no depende de lo que uno no tiene, sino del buen uso que hace de lo que tiene.
Thomas Hardy (1840 - 1928), novelista y poeta británico vinculado al naturalismo.
No son la riqueza ni el esplendor, sino la tranquilidad y la ocupación los que dan la felicidad.
Thomas Jefferson (1743 - 1826), tercer presidente de los Estados Unidos.
La felicidad es una circunstancia o estado imaginario, que antes los vivos atribuían a los muertos y que ahora los adultos se lo atribuyen a los niños y los niños a los adultos.
Thomas Szasz (1920 - 2012), profesor de psiquiatría húngaro y referente de la antipsiquiatría.
Recordad que el secreto de la felicidad está en la libertad, y el secreto de la libertad, en el coraje.
Tucídides (460 aC. - 390 aC.), historiador y militar ateniense.
La suprema felicidad de la vida es saber que eres amado por ti mismo o, para ser más precisos, a pesar de ti mismo.
Víctor Hugo (1802 - 1885), escritor e intelectual francés.
El hombre, desposeído de todo en este mundo, todavía puede conocer la felicidad, aunque sea sólo momentáneamente, si contempla al ser querido.
Viktor Emil Frankl (1905 - 1997), neurólogo y psiquiatra austríaco.