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Enrique VIII, Teodosio, El Gran Capitán, Marco Aurelio, Catalina de Aragón, Gustavo Adolfo Becquer, Fray Luis de León, Tycho Brahe, Giordano Bruno, Ana Bolena, San Juan de la Cruz, Nicolás Copérnico, William Shakespeare.
A medida que se asciende por la escala de los seres vivos, aumenta la facultad nerviosa, es decir, la facultad de sufrir. ¿Acaso será una misma cosa sufrir y pensar?
La manera más profunda de sentir una cosa es sufrir por ella.
Gustave Flaubert (1821 - 1880), escritor francés.
La recompensa del sufrimiento es la experiencia.
Harry S. Truman (1884 - 1972), trigésimo tercer presidente de los Estados Unidos.
Si nos quitasen todo lo que nos causa daño, ¿qué nos quedaría?
Henri Barbusse (1873 - 1935), escritor, periodista y militante comunista francés.
Sufrimos más a medida que amamos. La suma de los dolores posibles para cada alma es proporcional a su grado de perfección.
Henri-Frédéric Amiel (1821 - 1881), filósofo y escritor suizo.
En la medida en que el sufrimiento de los niños está permitido, no existe amor verdadero en este mundo.
Angela Isadora Duncan (1877 - 1927), bailarina y coreógrafa estadounidense.
¿Usted desea ser afortunado? Aprenda a sufrir entonces.
Iván Turguénev (1818 - 1883), escritor ruso.
Buscar en la cara las cosas no es un buen hábito, es una causa de sufrimiento innecesario.
Ivy Compton Burnett (1884 - 1969), escritora británica.
Los sufrimientos son como nubes pasajeras: que de lejos nos parecen negras y de cerca apenas son grises.
Jean Paul (1763-1825), seudónimo de Johann Paul Friedrich Richter. Escritor y humorista alemán.
Claudio Bernard decía al morir: no me lamento de sufrir sino de sufrir inútilmente... Así podría decir la humanidad.
Jean Rostand (1894 - 1977), biólogo y académico francés.
Sólo aquel que conoce la añoranza podrá saber el tamaño de mi sufrimiento.
Johann Wolfgang von Goethe (1749 - 1832), escritor y científico alemán.
Se les dice a los cristianos, no solamente que no se depriman ante sus sufrimientos sino que se alegren. Más aún, que se alegren no sólo porque la aflicción sea una disciplina que conduce a un bien futuro, sino porque es un privilegio presente, el privilegio de ser hechos semejantes a Cristo.
John Henry Newman (1801 - 1890), filósofo británico y cardenal católico.