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Emiliano Zapata, T. E. Lawrence, Leonor de Austria, Nostradamus, Septimio Severo, Marco Polo, Federico García Lorca, Marie Curie, Bach, Johannes Gutenberg, Juan Carlos I, Goya, Heinrich Schliemann, Bakunin.
Amor: sueño que se sueña con los ojos abiertos. Dios en las entrañas, y que Dios me perdone. Vivir desterrado de ti, instalado en la cabeza, en la respiración, en la piel de otro; y que ese lugar sea el Paraíso.
Apaga la cabeza cuando te abraces a alguien.
Confundía aún su deseo de amar con el amor.
El amor como droga, compulsivo. El amor como abismo y como peligro. Ese amor espléndido por el que uno se pierde.
El amor consiste en encontrar a alguien con quien compartir tus rarezas.
El amor no es sino la acuciante necesidad de sentirse con otro, de pensarse con otro, de dejar de padecer la insoportable soledad del que se sabe vivo y condenado. Y así, buscamos en el otro no quien el otro es, sino una simple excusa para imaginar que hemos encontrado un alma gemela, un corazón capaz de palpitar en el silencio enloquecedor que media entre los latidos del nuestro, mientras corremos por la vida o la vida corre por nosotros hasta acabarnos.
El amor nos salva, hay que perderle el miedo a la vida.
El amor te ablanda por dentro y quiebra las piernas de tu orgullo.
Porque en el alucinamiento del amor todos somos estúpidos y perpetuamente jóvenes.
Tal vez el amor sea de este modo, como una estrella errante que ilumina fugazmente el firmamento para desaparecer después en la negrura.
Y así, buscamos en el otro no quien el otro es, sino una simple excusa para imaginar que hemos encontrado un alma gemela.
Ya se sabe que sufrir de mal de amores es como marearse en un barco: a la gente tu estado le parece divertido, pero tú te sientes morir.
Rosa Montero Gayo (1951 - ), escritora y periodista española.