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Nelson Mandela, Julio César, Davy Crockett, Carlomagno, George Gordon Byron, Beatriz Galindo, Alfonso X el Sabio, Enrique VIII, Teodosio, El Gran Capitán, Marco Aurelio, Catalina de Aragón, Gustavo Adolfo Becquer.
Tu estado de ánimo es tu destino.
Heródoto de Halicarnaso (484 a. C. - 425 a. C.), historiador y geógrafo griego clásico.
Hay personas que no pueden contar con nada, ni siquiera con el azar, pues hay existencia sin azar.
Honoré de Balzac (1799 - 1850), escritor francés.
¿Acaso el destino preservaba mi razón sólo para arrastrarme irresistiblemente a un final más horrible e impensable de lo que haya podido soñar nadie?
Howard Phillips Lovecraft (1890 - 1937), escritor estadounidense.
Siempre estaba hablando de la suerte, pero a lo que se refería realmente era a una especie de sino perfectamente reglado. Tenía un fuerte sentido del destino, la profunda creencia de que fuerzas ingentes e incontrolables actuaban a un tiempo a su favor y en su contra, fuerzas que se movían y actuaban minuto a minuto en cada rincón del planeta.
Siempre he sentido que es mi destino, mi misión, estar al frente de la cámara y detrás de la cámara también.
Hunter S. Thompson (1937 - 2005), escritor y periodista estadounidense, creador del periodismo gonzo.
La suerte favorece sólo a la mente preparada.
Isaac Asimov (1920 - 1992), escritor y bioquímico con nacionalidades rusa y estadounidense.
El corazón es lo que impulsa y determina nuestro destino.
Isabel Allende Llona (1942 - ), escritora chilena nacionalizada estadounidense.
Nadie carece de interés. Su destino es como la crónica de los planetas.
Iván Illich (1926 - 2002), polifacético pensador anarquista austríaco.
¡Quién sabe si cuando creemos imponer más libremente nuestra voluntad es cuando más ciegamente obedecemos a la fatalidad de nuestro destino!
La casualidad es un desenlace, pero no una explicación.
Si somos fatalistas, seámoslo como cierto sujeto que decía que todo sucede así porque está escrito, pero se indignaba con todo y todo lo quería enmendar; y cuando le preguntaban por qué, si estaba escrito, se indignaba y respondía: «Porque también está escrito que yo me indigne».
Una hora de alegría es algo que robamos al dolor y a la muerte, y el cielo nos recuerda pronto nuestro destino.
Jacinto Benavente (1866 - 1954), dramaturgo español, Premio Nobel de Literatura en 1922.