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Isabel de Braganza, Howard Carter, Tomás Moro, Rosa Luxemburgo, Neil Armstrong, Eduardo VII, Edmund Hillary, Martin Luther King, Simón Bolívar, Emilio Castelar, Margaret Thatcher, Ramón, Cajal, Kennedy, Leonardo Da Vinci.
La suerte favorece sólo a la mente preparada.
Isaac Asimov (1920 - 1992), escritor y bioquímico con nacionalidades rusa y estadounidense.
El corazón es lo que impulsa y determina nuestro destino.
Isabel Allende Llona (1942 - ), escritora chilena nacionalizada estadounidense.
Nadie carece de interés. Su destino es como la crónica de los planetas.
Iván Illich (1926 - 2002), polifacético pensador anarquista austríaco.
¡Quién sabe si cuando creemos imponer más libremente nuestra voluntad es cuando más ciegamente obedecemos a la fatalidad de nuestro destino!
La casualidad es un desenlace, pero no una explicación.
Si somos fatalistas, seámoslo como cierto sujeto que decía que todo sucede así porque está escrito, pero se indignaba con todo y todo lo quería enmendar; y cuando le preguntaban por qué, si estaba escrito, se indignaba y respondía: «Porque también está escrito que yo me indigne».
Una hora de alegría es algo que robamos al dolor y a la muerte, y el cielo nos recuerda pronto nuestro destino.
Jacinto Benavente (1866 - 1954), dramaturgo español, Premio Nobel de Literatura en 1922.
La ley de la cosecha es cosechar más de lo que se siembra. Siembra un acto, y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino.
Las condiciones externas de la vida de una persona siempre están relacionadas con el estado interior. La gente no atrae lo que quiere, sino lo que es.
Tú eres el hacedor incondicional de tu destino, sea cual fuere. Cada momento emites las influencias que harán o destruirán tu vida.
Un hombre no puede elegir directamente sus circunstancias, pero puede elegir sus pensamientos, e indirectamente, seguramente, forma sus circunstancias.
James Allen (1864 - 1912), escritor y filósofo británico pionero del movimiento de autoayuda.
No puedo cambiar la dirección del viento, pero sí ajustar mis velas para llegar siempre a mi destino.
James Byron Dean (1931 - 1955), actor estadounidense.