Sigmund Freud, Rousseau, Konrad Adenauer, Charles Darwin, Nefertiti, Cervantes, Carlos I de España, Jorge III de Inglaterra, Thomas Malthus, Vasco da Gama, Constantino I, Malcolm X, Linus Pauling, David Livingstone.
La gran pregunta que nunca ha sido contestada y a la cual todavía no he podido responder, a pesar de mis treinta años de investigación del alma femenina, es: ¿qué quiere una mujer?
Sigmund Freud (1856 - 1939), médico neurólogo austriaco, padre del psicoanálisis.
Desde los primeros tiempos del patriarcado, los hombres han juzgado útil mantener a la mujer en un estado de dependencia; sus códigos se han establecido contra ella; y de ese modo la mujer se ha constituido concretamente como lo otro.
El día que una mujer pueda no amar con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse, ese día el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal.
El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente.
El hombre se define como ser humano y la mujer como femenina. Cuando ellas tratan de comportarse como seres humanos se les acusa de intentar ser hombres.
El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres.
La mujer no es nada más que lo que el hombre decide que sea; así, se le llama "el sexo" queriendo decir con ello que aparece esencialmente ante el hombre como un ser sexuado: para él, ella es sexo, y lo es de un modo absoluto. Se determina y se diferencia en relación al hombre y no en relación a lo que ella misma es; ella es lo inesencial frente a lo esencial. Él es el sujeto, el absoluto: ella es "lo otro".
Lo que es seguro es que ahora es muy difícil para las mujeres asumir a un tiempo su condición de individuo autónomo y su destino femenino; es la fuente de estas torpezas y malestares que a veces las presenta como "un sexo perdido". Y sin duda es más cómodo sufrir la esclavitud ciega que trabajar por la liberación: los muertos también están mejor adaptados a la tierra que los vivos.
Mediante el trabajo la mujer ha podido franquear la distancia que la separa del hombre. El trabajo es lo único que puede garantizarle una libertad completa.
No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida.
No se nace mujer, nos convertimos en mujeres. Ningún destino biológico, físico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; la civilización es quien elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado al que se califica como femenino.
No te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de una mujer que escribe… de una mujer así, jamás se regresa.
Simone de Beauvoir (1908 - 1986), novelista y filósofa francesa.