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Fernando el católico, Elvis Presley, Indira Gandhi, Mao Zedong, Galileo Galilei, Aristoteles, Francisco Pizarro, Barack Obama, Moshe Dayan, Ho Chi Mihn, Valentina Terechkova, Kissinger, Platón, Isabel la católica, Leónidas Breznev.
Incluso ahora podemos dar marcha atrás. Pero una vez que hayamos cruzado ese puente, todo deberá ser decidido por las armas.
Cayo Julio César (100 a.C - 44 a.C), político, estratega, orador, prosista y militar romano.
El polvo no es más que una cosa del ayer, y la guerra es tan vieja como la raza humana, por desgracia.
Jules Verne (1828 - 1905), escritor francés de ciencia ficción.
Debemos hacer más para librar a nuestro mundo de las malévolas armas cuyos objetivo principal son los inocentes de cualquier conflicto, las mujeres y los niños.
Kofi Atta Annan (1938 - 2018), ex-secretario General de la ONU y Premio Nobel de la Paz de 2001.
La fuerza no siendo instrumento del bien, no lo es de la sabiduría; la victoria por la fuerza es el duelo.
La matanza de multitudes debe lamentarse con tristeza; toda victoria debería celebrarse con un rito funerario.
Las armas más seguras son instrumentos de desventuras.
Lao-Tsé (vivió hacia el siglo IV a. C.), filósofo chino considerado el fundador del taoísmo.
La neutralidad es a veces un pecado más grave que la beligerancia.
Louis D. Brandeis (1856 - 1941), juez asociado de la Corte Suprema de los Estados Unidos.
Dos leyes contrarias parecen estar luchando hoy entre sí. Una es una ley de sangre y de muerte que imagina sin cesar nuevos medios de destrucción y obliga a las naciones a estar constantemente preparadas para el campo de batalla. La otra es una ley de paz.
Louis Pasteur (1822 - 1895), químico francés que desarrolló la vacuna contra la rabia.
La guerra no resulta tan onerosa como la esclavitud.
Luc de Clapiers (1715 - 1747), Marqués de Vauvenargues, moralista francés.
¿Qué locura nos mueve a destruirnos unos a otros?
En una era se construyen ciudades. En una hora se las destruye.
La providencia y el dios ordenador del mundo creó el aire para que los vientos estuvieran en movimiento; no lo hizo para que llenáramos de soldados armados las flotas destinadas a adueñarse del océano y buscáramos a los enemigos en el mar o más allá del mar.
Lucio Anneo Séneca (4 a.C. - 65), filósofo romano.